FUGA arrancó con un taller especulativo en el CA2M (Centro de Arte Dos de Mayo), de enero a abril de 2025, con jóvenes artistas de 18 a 25 años. El objetivo no era obtener resultados rápidos, sino abrir un espacio donde la incertidumbre, la intuición y la exploración colectiva pudieran dar forma al proceso.

El planteamiento del taller surgió a partir de una pregunta:

“¿Qué pasa si nos fugamos de quienes nos quieren civilizar y creamos un archivo de fuga?” La cita, tomada de Gabriela Jáuregui, nos sirvió como punto de partida conceptual y operativo. No sabíamos a dónde íbamos, y decidimos que esa incertidumbre formaría parte esencial de la metodología.

Durante siete sesiones trabajamos con herramientas sencillas —post-its, sobres, papel, marcadores, cinta adhesiva— y con dinámicas que nos permitieron explorar el pensamiento visual y la producción colectiva sin encasillarnos en metodologías tradicionales. Algunos de los recursos que utilizamos fueron:

• diseño especulativo,
• escritura crítica compartida,
• juegos de rol,
• desafío de metáforas persimistas,
• dinámicas de archivo vivo.

En el proceso, surgieron temas en común que no habíamos anticipado. Para organizarlos, desarrollamos una herramienta simple pero efectiva: los sobres. Cada sobre funcionaba como un contenedor de ideas, intuiciones y conceptos que aparecían de forma espontánea. Los sobres nos ayudaron a ordenar el caos sin cerrarlo, permitiéndonos ver patrones emergentes sin necesidad de clasificar con rigidez.

Cuando el volumen de contenidos creció, diseñamos una estructura espacial a partir de cinta adhesiva: la llamamos “la casa”. No era una instalación en sentido estricto, sino una forma modular y afectiva de navegar el contenido generado. La casa nos permitió movernos físicamente por los sobres, entendiendo cada uno como una “habitación conceptual” o un tema de interés colectivo. Esta estructura fue clave para visualizar conexiones, abrir discusiones y facilitar una lectura no lineal del archivo.

Una metodología situada y porosa

FUGA no fue solo una experiencia artística, sino también pedagógica. El taller incorporó dinámicas que desafían la lógica productivista y lineal del aprendizaje convencional. A través del juego, la pausa, la imitación, la escritura desde el cuerpo, el movimiento o el límite, ensayamos otras formas de pensar y de construir conocimiento.

Fue interesante especialmente explorar cómo una herramienta o dinámica —por más simple que sea— puede afectar nuestra forma de relacionarnos con los demás, con nosotras mismas o con el entorno. ¿Qué pasa si en lugar de buscar respuestas inmediatas, damos espacio a las preguntas? ¿Cómo afecta el tipo de lenguaje, formato o interacción en la manera en que organizamos la memoria? ¿Un archivo puede abrir futuros, o solo reproducir lo ya sabido?

Estas preguntas atravesaron el proyecto, sin buscar ser resueltas. Más bien formaron parte de una práctica crítica situada, que reconoce la dimensión afectiva y política de los procesos colectivos, y que busca sostener la incertidumbre como motor de aprendizaje, no como falla.

Plan de estudios

Un archivo vivo para fugarse de la expectativa

El gráfico arriba es una síntesis visual del plan de estudios que construimos durante el taller FUGA. No es un manual, ni una metodología cerrada. Es una guía abierta, un archivo vivo que puede recorrerse desde distintos puntos según el momento, la persona o el contexto. Está pensado para sostener procesos de aprendizaje que no siguen una sola línea, sino que se bifurcan, se interrumpen, se reorganizan. Un pretexto para explorar con otros ojos.

¿Cómo se estructura?

Formas de aprender

En el lado izquierdo (naranja) están las distintas maneras de aprendizaje que experimentamos: desde el cuerpo, la emoción, la intuición, la memoria, el error, el lenguaje. Reconocemos que cada persona aprende de forma distinta y que no todo pasa por lo cognitivo. Por eso, este plan es metacognitivo: parte del reconocimiento de esas diferencias.

Recetas

A la derecha (violeta), aparecen estrategias o métodos concretas que surgieron en el taller. Las llamamos “recetas” porque son prácticas que ayudan a destrabar momentos de duda o bloqueo. Algunas son más analíticas (dibujar mapas, buscar información), otras más corporales o lúdicas (bailar, caminar, respirar). Cada quien puede usar, combinar o modificar estas recetas según lo que necesite.

Preguntas críticas

En la base del gráfico (azul), están las preguntas que usamos para evaluar lo que hacíamos (tomadas de las Prácticas Narrativas), no desde un juicio, sino para situarnos:

• ¿Me cambia en algo?
• ¿Cambia cómo nos relacionamos?
• ¿Transforma el vínculo con el espacio?
• ¿Afecta nuestra memoria?
• ¿Abre o cierra posibilidades?
• ¿Me hace mover el cuerpo distinto?

Estas preguntas ayudan a leer el impacto de cada acción, herramienta o tema, y a conectar con lo que nos atraviesa de forma individual y colectiva.

Áreas de interés

En el centro está la casa de los sobres. Representa los temas que surgieron en el proceso: conceptos, intuiciones, preocupaciones comunes. No los elegimos al inicio, aparecieron en la práctica, a través del intercambio, muchos vienen de ejercicios especulativos. Esta casa es el corazón del archivo, el punto donde confluyen las formas de aprender, las recetas y las preguntas.

Próxima etapa

A partir del trabajo desarrollado, el CA2M lleva la siguiente fase del proyecto, enfocada en el contacto con otros espacios y formas de aprendizaje: visitas a talleres, artistas, estudios y proyectos que, como FUGA, están abiertos a la exploración.

El archivo vivo que construimos —sin índice, jerarquías ni lógica cerrada— queda como un mapa en movimiento. Puede ser usado como herramienta de lectura, activación o simplemente como excusa para seguir explorando.

Para saber más sobre este proyecto, visita el Caso de Estudio aquí.